miércoles, 26 de marzo de 2014

Ponte los zapatos que comenzamos.

Agujeros en la cabeza, tornados en el corazón, remolinos en el alma.
Vacíos que se quedan, vacíos que se ocupan, heridas abiertas y otras que se cierran sin darnos cuenta.

Palabras que dices, aquellas que no dices. Espacio entre lo que decimos y lo que pensamos.

Miedo a lo nuevo, a lo cotidiano, al cambio, a la rutina... Desgarro por lo que perdemos, por lo que podemos perder, por aquello que sin tenerlo ya sufrimos por ello.

Amaneceres, atardeceres, a veces parece lo mismo, otras no queremos que llegue ninguno de los dos. 

Camino que andamos, nos perdemos y nos lamentamos. Caminar parece sencillo, pero sólo a veces, otras arrastramos el peso de nuestras mochilas de pesadas piedras. 

A veces, vamos soltando piedras por el camino para no perdernos, siempre es más seguro aquello que conocemos, otras, no queremos volver atrás. 

Corre, salta, cae, levántate, así de simple, así de complicado. 

Lamentarse pero viviendo, porque ese lamento dará paso a nuevas oportunidades, a nuevas sensaciones por descubrir.

Inmersos en un pozo, donde hay días que somos sólo oscuridad, otros la luz nos ciega, y a veces, esa misma luz nos enseña la salida. 

Ponte los zapatos, comienza a caminar y nunca pares porque te perderás la esencia de la vida. 

Tropieza, pero haz que el hombre no sea el animal que lo haga dos veces.
Amaneceres, atardeceres, a veces parece lo mismo, otras no queremos que llegue ninguno de los dos. 

Camino que andamos, nos perdemos y nos lamentamos. Caminar parece sencillo, pero sólo a veces, otras arrastramos el peso de nuestras mochilas de pesadas piedras. 

A veces, vamos soltando piedras por el camino para no perdernos, siempre es más seguro aquello que conocemos, otras, no queremos volver atrás. 

Corre, salta, cae, levántate, así de simple, así de complicado. 

Lamentarse pero viviendo, porque ese lamento dará paso a nuevas oportunidades, a nuevas sensaciones por descubrir. 

Inmersos en un pozo, donde hay días que somos sólo oscuridad, otros la luz nos ciega, y a veces, esa misma luz nos enseña la salida. 

Ponte los zapatos, comienza a caminar y nunca pares porque te perderás la esencia de la vida. 

Tropieza, pero haz que el hombre no sea el animal que lo haga dos veces.

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